martes, 6 de noviembre de 2012

Efectos del Positivismo en niñas y niños..


Los beneficios del optimismo son numerosos. Se asocia a índices más bajos de enfermedad, de depresión y de suicidio, y a niveles más elevados de rendimiento académico y deportivo, adaptación profesionaly calidad de vida familiar (Gillham, 2000;Seligman, 1998; Seligman, Reivich, Jaycox, y Gillham, 2005). También se considera un factor protector del consumo de sustancias en situaciones estresantes (Torres Jiménez, Robert, Tejero, Boget y Pérez de los Cobos, 2006). Las investigaciones realizadas durante cinco años con más de 500 niños participantes en el Estudio Longitudinal de la Depresión Infantil muestran que la explicación optimista amortigua el impacto perjudicial de la adversidad y protege de la depresión, mientras que el estilo pesimista aumenta el riesgo (Nolen-Hoeksema, Girgus y Seligman, 1992; Seligman et al., 1984). Gladstone y Kaslow (1995) llevaron a cabo un meta-análisis con 28 estudios originales que incluían 7.500 participantes. Los criterios de inclusión fueron que a) estuviera publicado, b) evaluara el estilo atribucional (CASQ, CASQ-R), c) empleara un autoinforme de depresión (CDI, BDI, CDRS, CES-D), d) reclutara muestras, clínicas y no clínicas, integradas por niños y adolescentes. Los resultados confirmaron las hipótesis de la teoría reformulada de la indefensión aprendida. Los niveles más elevados de síntomas depresivos se relacionaron significativamente con atribuciones internas, permanentes y globales para los resultados negativos, y externas, temporales y específicas para los resultados positivos.

Un estudio realizado en seis países europeos reveló que España presentaba la mayor frecuencia de personas con ansiedad y depresión (King et al., 2008). La depresión infantil y adolescente suscita cada vez más el interés de los investigadores (Méndez, Olivares y Ros, 2001). La prevalencia de los trastornos del estado de ánimo en población infantil se estima en el 2 por 100 de depresión mayor y entre el 4 y el 7 por 100 de distimia (Domènech y Polaino-Lorente, 1990). La tasa de depresión aumenta con la edad (Domènech, Subirá y Cuxart, 1996; Hankin, Abramson, Moffit, Silva y McGee 1998; Meltzer, Gatward, Goodman y Ford, 2000), incrementándose hasta el 5 por 100 después de la pubertad.

Este dato sugiere que la adolescencia es una etapa de desarrollo particularmente vulnerable a la depresión. La comorbilidad de la depresión infanto- juvenil es elevada. Los diagnósticos asociados con mayor frecuencia son los trastornos de ansiedad, los exteriorizados (negativista desafiante, disocial) y el abuso de sustancias (Méndez, 1999).
 

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